• La resistencia al cambio es uno de los obstáculos a superar para encontrar puntos comunes de diálogo.
• Confianza, pertinencia y colaboración son aspectos claves en los que deben seguir trabajando tanto las administraciones públicas como los ciudadanos para avanzar en procesos colaborativos.

La capacidad de convocatoria que permiten las redes sociales y la flexibilidad que brindan las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para la difusión de mensajes abren un nuevo escenario de análisis para identificar en qué aspectos deben seguir trabajando los gobiernos en aras lograr que los ciudadanos se adhieran a las iniciativas públicas.

Una de las grandes paradojas que quedó clara en el panel ‘Gobierno Abierto, una fuerza más poderosa’, con el que se clausuró la Semana Internacional de Gobierno Abierto en Bogotá, es que mientras unas personas se quejan por falta de espacios para ser escuchados por parte de la Administración Pública, otras se lamentan por la baja participación en los eventos creados con este mismo fin.

Para los jóvenes es claro que la tecnología está cambiando la forma de comunicación entre la ciudadanía y los gobiernos, no solo porque les permite expresar sus ideas, manifestar el inconformismo y hacer llamados al cambio, como se ha visto en las últimas semanas, sino por la facilidad de convertir un acto individual en una gran estrategia colectiva que ayuda en el fortalecimiento de la democracia, según lo afirma Angie Rojas, periodista y activista digital.

“El dilema está en que los ciudadanos sienten una ruptura con las personas que los gobiernan. No los ven como pares y sienten que los espacios no cumplen con sus expectativas para entablar un diálogo”, dice Angie.

¿Dónde está la falla? Es la pregunta que surge en momentos donde se evidencian grandes esfuerzos de parte y parte por encontrar puntos comunes.

Para el profesor Serge Laurens, presidente de la Alianza Francesa para Latinoamérica y experto en democracia participativa, “el reto está en atender las necesidades reclamadas y aclamadas por parte de la ciudadanía, escuchar a las personas, conocer sus iniciativas y acompañarlas para ver la forma de hacerlas posibles; pero también debemos preguntarnos como sociedad qué solución estamos dando a esos problemas que nos aquejan y cómo estamos aportando a la construcción conjunta”.

Laurens considera que el gobierno abierto es el antídoto para canalizar el inconformismo social. Sin embargo dice que es necesario crear las condiciones para que se dé una verdadera democracia, donde se den los acuerdos de beneficio común.

Mila Gascó, profesora e investigadora de la Universidad Estatal de Nueva York coincide con Serge en este aspecto y añade que el gobierno abierto se logra con la participación ciudadana, para lo cual es necesario superar algunas barreras.

Una investigación realizada por Gascó sobre participación ciudadana en América Latina muestra que hay tres elementos por los cuales no siempre se logra la convocatoria esperada a los espacios que convocan los gobiernos. Primero porque que los procesos son largos y costosos; segundo, porque muchas veces no se logra integrar la información a los procesos decisorios de las administraciones y tercero, porque muchos de los procesos de participación se han montado por cumplir algún compromiso. “Esto significa que no se han tenido en cuenta las necesidades ciudadanas, ni las circunstancias que motivan algunas de las protestas”.

Resistencia al cambio

Ante este panorama, la profesora Mila dice que es necesario formular una estrategia integral en la que todo el conjunto de iniciativas de transparencia, colaboración y participación tenga sentido. “Eso implica hacer uso de datos abiertos y redes sociales al mismo tiempo y diseñar planes de gestión del cambio para que los servidores públicos entiendan su rol en estos procesos de apertura”.

Tanto Mila como Serge coinciden en que a pesar de los esfuerzos que hacen los gobiernos por fomentar un gobierno abierto y transparente, aún hay mucha resistencia al cambio por parte de los servidores públicos a la hora de compartir los datos, colaborar con el ciudadano y co-crear en materia de servicios públicos. “Esta es una de las principales barreras que hay que derribar. El cambio cultural es fundamental porque el servidor público es el motor del gobierno abierto”, asegura Mila Gascó, quien también recomienda trabajar con la ciudadanía desde su primera infancia, para generar una cultura de participación trabajando con los niños desde los primeros años escolares e involucrando también a sus familias.

Confianza

Otro de las grandes conclusiones del panel es que se necesita crear confianza mutua. Frente a este aspecto, la secretaria General Margarita Barraquer reconoce que la reconstrucción de la confianza tiene que ser una de las finalidades del ejercicio de gobierno abierto, igual  que la pertinencia “porque no se trata que la administración decida los temas sobre los cuales quiere promover la participación, sino que la ciudadanía ponga sobre la mesa los temas sobre los cuales vamos a construir en conjunto y para ello es necesario garantizar los  escenarios que permitan subir al escalón de la colaboración. En ese punto coincide con la profesora Mila en la necesidad de garantizar que existan las capacidades por parte de la administración pública y de los ciudadanos, para superar las dificultades que limitan la participación masiva y efectiva y para que haya relevo generacional en los ejercicios de participación ciudadana.

Alexander Reina, director del Instituto Distrital para la Participación y Acción Comunal (IDPAC) destacó que si bien se han dado dificultades para lograr la participación en muchas de las iniciativas, también se han dado avances importantes que se verán reflejados el en mediano y largo plazo. Uno de ellos fue el ejercicio de presupuestos participativos, que permitió empoderar a la ciudadanía para la toma de decisiones frente al gasto público. “Esta dinámica dejó claro que la Administración Distrital no es solo un asunto de técnicos, sino una capacidad de diálogo y transformación para que entre todos podamos construir salidas”.

Julián Moreno, alcalde de Suba, añadió que con presupuestos participativos se cumplió un anhelo de los ciudadanos de sentirse democráticamente empoderados para tomar decisiones responsables que permitieran solucionar problemáticas en su localidad. “Lo novedoso y lo potente de este trabajo es que estamos dando un salto hacia la dinámica colaborativa y en la medida que entendamos las necesidades ciudadanas podremos abrir los espacios que realmente se necesitan para recuperar la confianza”.

Por su parte, Erick Montes, líder juvenil de la localidad de Usme hizo un llamado a las administraciones distritales a que no abandonen los procesos porque eso es lo que genera mayor desconfianza. Dice que históricamente la institucionalidad se ha encargado de alejarse de los jóvenes porque abren los espacios para impulsar iniciativas con organizaciones juveniles, sociales y artisticas, pero luego los dejan a la deriva.

El panel cerró con una invitación a reflexionar sobre ¿cómo el Gobierno Abierto puede contribuir a convertir las protestas en una oportunidad para construir democracia? Ante lo cual la secretaria General, Margarita Barraquer respondió que el compromiso de la Administración Distrital, teniendo como hoja de ruta el plan distrital de desarrollo, es “seguir generando espacios de negociación y deliberación entre la administración y quienes hoy reclaman de manera legítima unos cambios que necesitamos como sociedad para que los jóvenes puedan aportar de manera autónoma, encontrar escenarios de acercamiento y proponer soluciones para desarrollar de manera conjuntas.”

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